miércoles, 24 de octubre de 2007

Israel, Hapy Land

Me voy a estrenar en el “blos” con algo que me encanta, viajar. No voy a aburriros porque voy a ser muy breve, solo os comentaré dos o tres cosas que me han llamado mucho la atención.
Imaginad unos días muy luminoso
s, los sentidos bien despiertos dispuestos a percibir sonidos, olores, colores, texturas y sabores y sobre todo a dejarse llevar.

Pues bien, el tema empieza en Telaviv, mezcla de rascacielos futuristas con edificios de la Bauhaus y otros variados estilos y salpicado todo esto de grandes solares como resultado de los sucesivos conflictos. En un extremo de la ciudad, a pie de mar nos encontramos en Iafo, la ciudad antigua (5.000 años) desde donde se desarrolló la actual Telaviv y primera visita religiosa.

De aquí hacia el norte y siguiendo la costa, San Juan de Acre (los cruzados al poder) y Haifa con su Monte Carmelo, orígen de la orden carmelita.

Una vez en Tiberiades, en la orilla del Mar de Galilea, visitamos los diferentes lugares donde Santa Elena, madre de Constantino, situó con sus “estudiosos”, que recogieron toda la tradición oral, los lugares donde Jesús dió sus pasos durante su vida pública.

La imágen del lago Tiberiades es espectacular y a la vez sobrecogedora y el paseo en barca por el mismo es indescriptible por las sensaciones que provoca, todas agradables por supuesto. Ya en dirección sur, Nazaret y por la margen izquierda del Jordán , a Qumram junto al Mar Muerto, poblado esenio donde se econtraron los manuscritos del Mar Muerto. El desierto impresionante. Baño en el Mar Muerto con el ritual propio de la foto flotando en sus sales y el embadurnamiento con sus barros de acción embellecedora, rejuvenecedora y terapeutica (yo no he notado nada, vengo igual, paseada pero igual), para continuar hacia la ciudad sagrada: Jerusalén.

Y llegado a este punto hay que descubrirse, la vista de la ciudad desde el Monte de los Olivos casi produce el síndrome de Stendhal (enfermedad psicosomática con aumento de la frecuencia cardíaca, vértigo , confusión y alucinaciones que se produce tras una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras) y el recorrido por la ciudad vieja amurallada, llena de lugares históricos, religiosos, artísticos y gente, es muy pero que muy interesante. De hecho hay un escrito muy antiguo (no recuerdo cual) que dice que de las diez bellezas que cayeron del cielo, 9 cayeron en Jerusalén y una en el resto del mundo. Casi ná.

Y para terminar os diré que lo que más me impresionó fue el Muro de las Lamentaciones, ese resto del segundo Templo del s.V adc., que diariamente recoge las plegarias de miles y miles de personas y que ahí está a pie firme viéndolas venir y viéndolas pasar y que continuará en el mismo lugar por los siglos de los siglos.

El trasiego de judios de todas clases y colores es, con todos mis respetos, un espectáculo y la celebración del Sabath un lujo presenciarlo.

Os animo a conocer Tierra Santa y a ser posible con religiosos porque lo organizan como nadie y aunque no seais creyentes merece la pena pisar y recordar los lugares y los hechos histórico-bíblicos que nos pongamos como nos pongamos son parte de nuestra cultura.

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